los pelos que cuelgan desde mi mentón son unos malditos impacientes, adictos al trabajo, y fuman como chinos depresivos. De cuando en cuando hablan de los últimos partidos de la fecha, dan sus predicciones de la participacion de chilen en el mundial, y debaten a gritos de quién debería jugar con la camiste numero 10: Si Valdivia o Matias Fernández. Estos cabellos son unos viejos de cantina, vino tinto -del tibio y en vaso cortito-, mujeres de faldas cortas y humos de buena procedencia. Malcrían a mis patillas que como monjas de monasterio, leen la prensa más amarillista, lloran desamores faranduleros, aman intensamente a cualquier modelo que pise sets de televisión. Lloran, como si la pena más grande de sus vidas les hubiera contado el dia de su muerte, la última conversacion del verano, o la tragica vida de un secador de pelo.
La lucha de los cabellos
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