viernes, 11 de diciembre de 2009

caldo

una mano de greda seca se deshace en el cielo caliente, juntito a las orillas de la línea . La saliva escoge secarse en los labios, decide morir de una vez, no soportó su falta de pureza.
El sol arde sobre los cabellos, los que tristemente arrugan los ojos, para observar como comienzan a volverse brillantes como cristal, por culpa de un cielo punzante y juviloso.

Eramos:
tristes esponjas tiradas, las hormigas bajo al arrasadora carrera del tren, la ultimo pedazo de fria torta de piña.

Fuimos:
La levadura exitada de agua caliente, el calor del comedor de la abuela, el té que preparaba, los almuerzos y las ensaladas con poca aceptación.

Quizás:
Demasiado viento nos sofoque, demasiadas historias caeran como carne podrida sobre las espaldas, entorpeciendo algún camino de arena costera.

Se disuelven como azucar flor en agua nortina.

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