domingo, 17 de enero de 2010

hombre de cien años

Te invito un paseo en la montaña rusa que instalaron ase un siglo en las venulas de mis ojos.

llamao

su voz es un eco que escala como animales infectados las paredes de una caverna oscura. Penetra como flechas indias en el pecho, tiradas desde la colina mas cercana; se queja, se estremece en el placer que después trae el dolor, y sacuediendondose la arena de sus ojos, mira a las estrellas... que todas las noches arduamente fabrican destinos, los cuales caen como lluvia morada en camas rellenas de amor y suaves caricias a oscuras.
Su voz lo despidió, lo alejó de los terremotos, de las latas de cerveza, de las semillas y de la impureza en la nieve, logró madrugarlo y llevarselo apenas el alba comenzaba a cantar su primera nota de bienvenida. El sonido que paría desde sus labios tumbó la paz del agua como una piedra que cae producto de la libertad de niños que juegan en colinas altas con piedras que aman quebrar la terquedad y soledad del agua estancada.
Los gajos de su voz se desarman como un atado de plátanos en la mesa grasosa, olvidada después del hermoso festín: cadáveres tostados y granos, servidos alegremente apegados al ventilador. Tristes gajos, secandose como huesillos, la vieja cara de los durzanos jóvenes.

¿Alguien tiene celular con plata?