viernes, 15 de abril de 2011

chiquillos burlones faltos de arroz

nadie respnde a los saludos que tienen tendencias a permanecer bien tibiecitos, nadie quiere el té cuando quema, pero si cuando calienta. Después de los Holas y los Chaos, el ambiente es triste, silencioso, guitarreado, los hombres de pantalones largos se van y nos dejan sus calzoncillos como muestra de que estuvieron con nosotros, "lastimeros", así nos llaman desde los segundos pisos, enviando como email virulentos unas carcajadas que desesperan, carcajadas de bullin escolar, carcajada de niño sin frenos. Que triste no sentimos después de la lluvia, y que alegre vamos cuando el arroz queda bien graneado, así, felices cuando llegan las caras que conocemos, trayéndonos paisajes que hemos recorrido, céspedes que hemos pisado sin preocuparnos del futuro de las plantas, ahí es cuando el arroz queda en su punto perfecto. Las playas, los juegos infantiles, hablar de dibujos animados del ayer y hoy, todo es un conjunto, los buenos ratos podrían ser la ensalda que comparta el plato con el arroz, je jeeeeeeeeeee, diría despues de ver el suculento plato, los que no me saludaron, quizás sean el postre, pero que importa el postre, solo nos quedamos con lo dulce y con el pensamiento de que la hora del almuerzo terminó, eso son los postres. Aunque las burlas y los griteríos que nos tiraban de los pisos altos pueden ser tan atractivos como un suculento pie de limón, o un suspiro limeño, pero nada se compara con la fruta, la fruta dulce que combina mejor con un arroz y con las ensaladas, la naranja que chorrea, las cosquillas en las amígdalas, o el melón duulcecito, puras buenas cosas para acompañar a las caras conocidas, porque hablar con ellas es volver a lo natural, remontarse a la primera naranja o al primer melón, partirlo con el trozo de algun árbol y ser uno con las paredes carnosas del fruto. Es ahi cuando suenan las campanitas, tilin tilinn!!! tolon toloonn!!! que bueno, porque el sonido de las campanas siempre trae adjunto un par de montañas de fondo. Todo eso hasta que los burlones llaman a entrar con ellos al mismo salón, dispuestos a obsequiar más burlas, más cosas feas, mas soledades sin sentido alguno. Cerdos, cerdos adictos al paté de ternera y los platos más malos, ellos jamás aprendieron el arte de granear arroz o el catar de una buena fruta, malditos, solossss se hunden en sus risotadas y en el humo de sus cigarrillo, que ofrecen y ofrecen sin recivir respuestas concretas.

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