Soy el peñasco que se intromente en el vuelo de las polillas bohemias. Soy una roca, una roca con pasto y flores lilas, con gacelas cíclopes, gorilas de bolsillo y amapolas con el tamaño de edificios Newyorkinos. En la espalda tengo pinos, araucarias y palmeras, todas gigantes, como tambíen los frutos que le proveen a la singular fauna que pisotea firme, sin preocuparse. A ratos soy una isla de caracter amable, enemiga de los tornados y los huracanes, las miles de plantas que llevo conmigo son el templo que cobiga la paz y la armonía en un mar turbulento. Pero aveces soy una montaña, humectada por la humedad de la mañana, en mi los pájaros silvan melodias de Bag y Violeta Parra, al parecer no conocen el aburrimiento y estan horas y horas, mañanas y mañanas tarareando ritmos tan diversos como una sopa de verduras.
El peñasco saluda desde lejos a sus amigos peñascos, sus cascadas a ratos juegan con el agua cristalina provenientes del llanto de nuves temperamentales. Las cascadas me refrescan como toallitas húmedas repartidas a los pasajeros de un avion con destino a Honduras... y mis lagos, manzos al igual que una canasta de pan en una casa de madera. Las polillas sobrevuelan mis brazos y mis piernas, a ratos les gusta tocar sueño firme, hacer sus necesidades biológicas de polillas sobre mi cabeza y seguir su viaje alrrededor de mi cuerpo, para que cuando el sol nasca, nuevamente como un cachorro de león, puedan dormir plácidas, casi como princesas medievales estereotipadas.
Los vientos sacuden el pasto de mi cabeza, y como peñasco, tengo que vermelas con olas malcriadas por el antisemita de Poseidon, un eterno adicto al trueque de algas preciosas por sirenas con labios mordidos y moribundos. En mis oidos, las cavernas del peñasco, habitan los murcielagos, intrepidos chupadores de sangre de uva, no es que prefieran el vegetarianismo, simplemente le gusta ese encontrón entre la razón y poca moralidad.
Las polillas prefieren peñascos civilizados, con arboles de concreto y gacelas con ruedas, y es por eso que se van, se van tan lejos que se queman con el sol que ya no es un cachorro, si no, un animal maduro y con carácter.
1 comentario:
más como éstos y en unos meses más puedes sacar tu libro!=)
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